La Calle Cinco de Marzo es una de las vías más concurridas de Zaragoza, solo superada por Alfonso I y Don Jaime. Son apenas 166 metros que condensan gran parte de la historia reciente de la ciudad. Adoquinada y libre de coches, discurre en paralelo a la Calle Cádiz, uniendo el Paseo de Independencia con la Plaza Salamero.
Recientemente restaurada por el Ayuntamiento de Zaragoza, esta calle ha sido desde el siglo XVIII uno de los principales puntos comerciales de la ciudad. Testigo de infinidad de acontecimientos, rica en secretos y anécdotas, la Cinco de Marzo ha latido al ritmo del corazón zaragozano durante generaciones.

La calle ofrece una perspectiva privilegiada del Paseo Independencia y se caracteriza por edificaciones de más de dos plantas, con altos puntales y balcones que sobresalen sobre la acera. Por lo general, carecen de portales y ocupan casi todo el espacio de la vía, reflejando la arquitectura ecléctica y la gran densidad poblacional de la zona.
Los balcones parecen asomarse para no perderse nada de lo que ocurre, separados por guardavecinos con diseños característicos que marcan los pequeños límites entre viviendas contiguas. El ir y venir constante de la gente da vida a esta calle en todo momento.

Su nombre rinde homenaje a la victoria de los zaragozanos el 5 de marzo de 1838 sobre las tropas carlistas que intentaron ocupar la ciudad. A lo largo de su historia recibió otras denominaciones, como Requeté Aragonés entre 1936 y 1977.

Uno de los lugares más emblemáticos fue el histórico Frontón Jai-Alai, inaugurado en 1932 y conocido como el «Palacio de los Gritos» por la intensidad del público durante los partidos de pelota vasca. Con el tiempo, se transformó en cine (Frontón Cinema), sala de fiestas (Río Club), pista de hielo (Ibón) y, finalmente, supermercado. También acogió veladas de lucha libre, boxeo y proyecciones cinematográficas.

En 1954 se inauguró el cine Rex con la película ‘La túnica sagrada’, la primera en Cinemascope proyectada en Zaragoza. Formaba parte del complejo Palafox Independencia, junto con el hotel Goya y otras salas de cine.
Hoy en día, la Calle Cinco de Marzo combina comercios con mucha historia, como Calzados Salazar o la Farmacia Castejón, con bares y restaurantes emblemáticos como The Bronson Bar (dedicado al actor Charles Bronson), La Mejillonera, Continental, El Calamar Bravo o Los Espumosos.

En el número 10 se encontraba el histórico Café Niké, punto de encuentro de la vanguardia cultural aragonesa entre 1940 y 1969, frecuentado por escritores, cineastas, periodistas e incluso el rey emérito Juan Carlos I durante su etapa en la Academia General Militar.
La calle alberga siete edificios catalogados, algunos convertidos en fachadas fantasma, fenómeno cada vez más común en Zaragoza. Las últimas reformas también han mejorado las instalaciones de la Diputación Provincial, que cuenta con una entrada alternativa al Palacio de Sástago.

Eso (y mucho más) es la Calle Cinco de Marzo: un lugar lleno de vida donde es fácil perderse y disfrutar de la atmósfera única del centro de Zaragoza, tanto para quienes la visitan por primera vez como para los que la conocen de toda la vida.
Desde su peatonalización en 2001, esta arteria comercial y turística no ha dejado de evolucionar, manteniendo intacta su esencia histórica y su carácter vibrante.