Construida en 1559, la Plaza Santa Cruz está situada en la intersección de las calles Mendez Nuñez, Espoz y Mina, San Voto y Bayeu, en el Casco Histórico de Zaragoza.
Se utilizó inicialmente para ejercicios militares y ejecuciones públicas, y más tarde sirvió como mercado al aire libre.
Casi completamente restaurada durante la última década, la Plaza de Santa Cruz rezuma arte por los cuatro costados. Es uno de los sitios arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Renacimiento y el Barroco convive en armonía y complementariedad con el Modernismo y el Art Decó.
A finales del siglo XIX y principios del XX la plaza vio la adición de edificios de viviendas y comerciales más altos, que desafortunadamente no mantuvieron la coherencia arquitectónica original.
En los años 30 estuvo a punto de ser demolida para construir un monstruoso aparcamiento.
En la Plaza de Santa Cruz se entrelazan las construcciones de piedra, los balcones volados, techos de alfarje, ventanas de madera torneada, pinturas murales, vitrales, fachadas y amplios portales arcados, que en buena lid serían el pretexto ideal para estudiar desde allí la historia de la arquitectura en Zaragoza.
La plaza Santa Cruz, alejada del mundanal ruido y rodeada de numerosos árboles, se presenta como un lugar idílico para sentarse a disfrutar de las vistas que la rodean.
Un sitio con historia y cientos de sucesos vividos.
Algunos de ellos terribles. Por ejemplo, pocos de los que recorren la plaza saben que en otro tiempo fue el siniestro escenario de los autos de fe del Santo Oficio.
En el número 17 está la hoy llamada Casa del Canal. El edificio ha sido reutilizado a lo largo de su historia, lo que la ha sometido a sucesivas transformaciones; fue Sede del Tribunal de la Santa Inquisición entre 1706 y 1759, albergó la sede de la Dirección del Canal Imperial de Aragón durante más de 150 años y posteriormente de la Sociedad Aragonesa El Cachirulo.
Además de la Casa del Canal, encontrarás varios palacios elegantes que una vez alojaron a los aristócratas y comerciantes más importantes de la ciudad.
A pocos metros de la Plaza Santa Cruz, en el número 5 de la calle homónima, se sitúa el Palacio del Prior Ortal. Se trata de un palacio urbano, construido en el siglo XVI como residencia del Prior Ortal, miembro de una noble familia zaragozana. El elemento de mayor interés es el patio interior, que en la actualidad ha quedado incluido dentro del restaurante-cantina Borago.
Muy cerca de la plaza, en el número 6-8 de la Calle San Voto, apreciamos la barroca elegancia del Caserón de San Voto.
Una fachada que contrasta con la sobriedad renacentista de la Casa de los Torrero, justo enfrente al entrar en la plaza de Ariño. Fue construida por Miguel Torrero hacia finales del siglo XV y principios del siglo XVI (1500-1508). Desde 1980 alberga la sede del Colegio Oficial de Arquitectos.
Es probablemente el rincón más bello de la ciudad, y no solo para turistas: los niños de una escuela juegan al aire libre o se sientan a leer bajo los inmensos portales ajenos al trasiego de los visitantes.
De unos años a esta parte, ha pasado de ser la eterna olvidada a convertirse en uno de los lugares más cool y creativos de la capital, gracias a su variedad de bares, restaurantes y cafeterías y a los ocasionales eventos.
Desde el dóner kebab de franquicia hasta el restaurante de cocina tradicional, en esta plaza puedes remojarte la garganta y comer como te apetezca.
En el número 13 se sitúa El Viejo Negroni, una original mezcla de vermutería, coctelería, bar de tapas y restaurante. La gastada palabra honestidad se llena de significado en una carta que no busca marear, basada en la buena materia prima, pero que conoce sus limitaciones.
Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como el arroz negro con miso, calamar y mayonesa de ajo negro. o el kebab, de pollo de corral, con crema agria, pero sobre todo buen producto a precio asequible como los raviolis de longaniza, la sepia a la plancha acompañada de chips de patata, el timbal de morcilla con piquillos y huevo frito o el guiso de rabo de toro.
De la carta se puede disfrutar en las mesas altas de la entrada o en el comedor del fondo. Y, por supuesto, en la terraza de la plaza, una de las más recomendables de la ciudad.
También en el número 13 se encuentra el Praga. A su excelente ubicación se suman sus tapas caseras, con croquetas y gambas con gabardina, además de una surtida carta de vermús, otra de las especialidades de la casa.
Quienes prefieren dejar las tapas de lado y se decantan por las comidas más tradicionales y elaboradas, también tienen un popular comedor en la planta calle.
La parte de abajo (barra y algunas mesas) es más informal, el servicio es más ágil y los platos invitan a compartir.
El Praga cuenta con una amplia terraza, en medio de la plaza Santa Cruz, donde se disfrutan de los días primaverales y las noches veraniegas.
A escasos metros, en el número 11 de la calle Santa Cruz, llegamos hasta el Chilimango. Su barra es el escenario de las coreografías más complicadas. Aquí se venera al cóctel. No salgáis sin probar el Gin Tonic –sin competencia en Zaragoza– y alguna de las creaciones magistrales del barman.
A los alcoholes de primera categoría, se añade una decoración lujosa, inspiradísima, irresistible para los cool hunters.
Justo al lado, en el número 21 de la misma calle, se ubica el restaurante Papagayo. Los platos del chef Guillermo Mort transmiten una arrolladora personalidad, elegancia y creatividad, presente en platos como el perrigamba, un delicioso bocadillo con bogavante y gambas en salsa en pan de perrito caliente, y donde la estética sorprendente nunca pasa por delante de una combinación de sabores genial.
En el mismo número está Casa Juanico. Este coqueto local dispone a diario de una barra llena de tapas con más de 50 especialidades. La más famosa, el jamón con chorreras, fue la tapa oficial de Aragón en la Exposición Universal de Sevilla de 1992.
Aquí encontraremos un buen producto y algunas recetas imaginativas como los gusanitos de seda pero sobre todo buen producto a precio asequible como el huevo de bacalao (brandada con crema de calabaza y caviar de miel).
En la Plaza Santa Cruz se respira tranquilidad. Aún en pleno centro de Zaragoza, es una plaza recogida en la que si te sientas en uno de sus bancos te evadirás del ruido de la ciudad.
Es uno de los lugares más populares e importantes del Casco Viejo, por donde transitan miles de personas diariamente, y donde muchos deciden hacer estancia para mimar los sentidos, especialmente la vista y el gusto.
Uno de esos lugares para reenamorarse de Zaragoza y del mundo en general.