La antigua Puerta de Valencia en la Plaza de la Magdalena
La antigua Puerta de Valencia en la Plaza de la Magdalena

Plaza de la Magdalena

No debería ser ningún secreto que el Casco Histórico de Zaragoza se estructura en torno a sus plazas, cada una con su abanico de atractivos.

Escenario de todo tipo de celebraciones (combates, autos de fe, ejecuciones, representaciones teatrales, fiestas, torneos, canonizaciones y proclamaciones, etc.), ha cambiado de nombre hasta en diez ocasiones, dependiendo de las diferentes etapas de la historia de la ciudad.

De unos años a esta parte, sólo se habla del profundo proyecto de rehabilitación de la Plaza de la Magdalena, de lo nuevo que luce el embaldosado, de lo bella que es la pintura cuando no está desconchada, del olor a cemento fresco que, como el pan recién hecho, huele delicioso. Casi completamente restaurada, rezuma arte por los cuatro costados.

Torre Mudéjar de la Iglesia de la Magdalena
Torre Mudéjar de la Iglesia de la Magdalena

La Magdalena se ha convertido en una plaza de lo más alternativo donde artistas, artesanos, diseñadores y emprendedores abren negocios que aportan vitalidad a la zona, de día y de noche.

No puedes perderte una de las torres más hermosas de la ciudad: la de la iglesia mudéjar de la Magdalena, primer templo cristiano construido por Alfonso I el Batallador tras la reconquista de la ciudad en el siglo XII. Pero si importante es el pasado, seguramente lo sea más su presente.

Los jueves únete a la multitud que se concentra por el Juepincho y aprovecha para tomar una tapa y bebida a precio reducido.

A pesar de este maná de sillas y mesas, por la noche no es fácil encontrar sitio para sentarse, pero cuando se consigue, no hay quien te desenganche el culo de tu trocito de paraíso urbano.

En Plaza de la Magdalena se encontraba la Puerta de Valencia, la puerta este de la muralla romana. En 1867, ante la necesidad de ampliar la plaza, se aprobó su derribo.

La Puerta de Valencia en 1853 (Foto: Archivo Municipal de Zaragoza)
La Puerta de Valencia en 1853 (Foto: Archivo Municipal de Zaragoza)

Se conservaron algunos sillares con inscripciones en latín, que pueden verse en el Museo de Zaragoza. En la misma plaza, todavía permanecen visibles varios sillares perfectamente labrados y adosados en el muro de una casa, además del recuerdo de la puerta desaparecida en una pintura mural de un edificio anexo.

Además, un trazado metálico de latón recuerda sobre el pavimento la anchura que tenía la puerta.

sillares perfectamente labrados y adosados en el muro de una casa
Restos de la muralla romana adosados a un edificio de la Plaza Magdalena

En los sótanos de Coso 147 se conservan restos de la torre sur de la antigua puerta oriental de la muralla romana.

Durante las obras de remodelación de la Plaza de Magdalena en 2022, se practicaron sondeos para tratar de documentar nuevos restos de la puerta, en concreto de la torre norte, pero no se hallaron.

La plaza era un importante enclave de la Zaragoza romana. En el subsuelo se conserva parte del pavimento del Decumano Máximo; una de las dos calles principales de la ciudad romana. Estos restos se hallaron en 1990 al final de la calle Mayor, en su enlace con la plaza, y están formados por grandes losas de piedra caliza bajo las que discurre una cloaca.

La Plaza de la Magdalena sorprende por su forma irregular, muy diferente de la delimitación, generalmente cuadrada o rectangular, de las plazas tradicionales. Tampoco es habitual encontrar en Zaragoza la esencia de su ambiente popular, su resistencia de barrio sin imposturas.

En 1587 se construyó el primer edificio de la Universidad de Zaragoza en la Plaza de la Magdalena, de planta rectangular y alrededor de un patio central. A través de él se accedía a la capilla de Pedro Cerbuna, a la biblioteca, a las aulas, al ‘Teatro de la Escuela’ o a la casa del bedel.

La construcción de la Universidad supuso el derribo del tramo de muralla romana que ocupaba este solar. Toda la piedra procedente de la demolición se reutilizó en los nuevos edificios tallando los sillares para las piezas de la columnata del claustro.

Briz Martínez describió el derribo de la muralla en la antigua Universidad: ‘…que la fábrica era muy ancha, y espaciosa, las piedras conocidamente fueron trydas de otros edificios assolados; pues vimos sacar columnas enteras, bien labradas, arcos, piedras con epitafios y sepulcros Romanos’.

Los Sitios de Zaragoza dejaron su huella en el inmueble. El general Palafox ordenó la militarización del edificio de la Universidad, así se convirtió en maestranza del arma de ingenieros. Las voladuras de los franceses destruyeron sus dos fachadas principales y el edificio quedó casi en ruinas.

Con la construcción de la Facultad de Medicina y Ciencias en la actual Plaza Basilio Paraíso en 1893, la Universidad de la Plaza de la Magdalena se convirtió en la Universidad Literaria, alojando los estudios de Humanidades.

Se decidió intervenir a mediados del siglo XIX, llevando a cabo la reforma más importante. Por ejemplo, se cambió la distribución de las fachadas del edificio. En un principio la entrada principal se encontraba en el Coso Bajo y después en la plaza de la Magdalena.

Ricardo Magdalena diseñó la última actuación. Caracterizó al edificio de un estilo clasicista, con arcos de medio punto y rematado con motivos vegetales. Magdalena no pudo culminar sus trabajos, así que Luis de la Figuera cogió el relevo. El resultado final, en 1912, fue un complejo de ladrillo con revestimientos de estuco, como marcan las tradiciones aragonesas del Renacimiento y del Mudéjar.

El edificio de la Universidad en la Plaza de la Magdalena. en 1930 (Imagen: Fototeca del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura bajo licencia CC BY-NC 2.5 ES)
El edificio de la Universidad de Zaragoza en la Plaza de la Magdalena en 1930
El Paraninfo de la antigua Universidad de Zaragoza, acogiendo el Congreso Filoxérico en 1880 (Imagen: Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza)
El Paraninfo de la antigua Universidad de Zaragoza, acogiendo el Congreso Filoxérico en 1880 (Imagen: Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza)

En 1956 se trasladaron los principales fondos de la biblioteca universitaria a la nueva Facultad de Filosofía y Letras del Campus de San Francisco. Eran tiempos de dictadura pero el Heraldo de Aragón ya hablaba de pérdidas importantes de libros, que en el traslado nunca llegaban a la nueva Filosofía y Letras.

En 1968 el Ministerio de Educación aprobó el derribo del edificio de la Universidad de la Magdalena, salvo la Capilla de Cerbuna, sede de la Biblioteca.

la Capilla de Cerbuna, sede de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza
La Capilla de Cerbuna, sede de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza (Imagen: Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza)

Sobre el derribo de la antigua Universidad de la Magdalena, Ramón Salanova escribió en el periódico ABC el 21 de septiembre de 1968 el siguiente texto:

‘Hay que rendirse a la evidencia, no se podía evitar la demolición de un edificio como éste: un caserón inmenso que no admitía reformas satisfactorias y que, al desaparecer, dará paso a modernos y eficaces edificios que albergarán centros y dependencias de Enseñanza Media y Primaria, construidos de acuerdo con las más modernas directrices pedagógicas. Y el futuro gran edificio tendrá desde luego una fachada de estilo mudéjar, que hará juego con la inmediata iglesia de la Magdalena, cuya graciosa torre ha sido devuelta al más brillante momento de su prístino gótico-mudéjar; con lo que la plaza que se abre ante ella puede convertirse en uno de los rincones más evocadores y bellos de Zaragoza‘.

Derribo de la antigua Universidad de la Magdalena en 1968
Derribo de la antigua Universidad de la Magdalena en 1968 (Imagen: Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza)

En 1973 se hundió la Capilla de Cerbuna, en la que todavía quedaban fondos bibliográficos, que quedaron expuestos a la intemperie, entre las ruinas, y al saqueo, sin que nadie lo impidiera.

En el año 2013 todavía algunas personas de buena fe entregaban ejemplares de aquella biblioteca a las autoridades. Los restos del edificio fueron piqueteados. En el solar se levantó el anodino Instituto Pedro de Luna.

Para recordar lo perdido, en la pared del Instituto Pedro de Luna se colocaron en 1990 dos murales de bronce realizados por Ignacio Mayayo y Antonio Germán. Uno de ellos reproduce el aspecto que tenía la Puerta de Valencia en el momento de su derribo y el otro la fachada de la antigua Universidad.

Un recuerdo que pasa desapercibido entre la hiedra de la fachada del Instituto, que ocupa su lugar y que da a la plaza de la Magdalena.

La zona de la Magdalena está llena de restaurantes para todos los gustos. Puedes pasar por el Bar Vinagre & Rock (Calle Cortesías, 7) para tomar una cerveza y abrir el apetito antes de enfilar la calle Universidad. Aquí se encuentra el Restaurante Vegetariano Birosta.

Decoración del Restaurante Vegetariano Birosta
Decoración del Restaurante Vegetariano Birosta

El local transmite el carácter reivindicativo del Birosta y ofrece dos ambientes bien diferenciados. Por un lado, una pequeña biblioteca dedicada a Frida Kahlo, con libros donados por personas colaboradoras y colectivos sociales. El otro área es un comedor con mucho encanto, decorado con exposiciones temporales de artistas locales.

Muy cerca allí, en Plaza Jordan de Asso, está Flamingos Vintage Kilo. Su espacioso local ofrece moda alternativa y diferente, además de ropa 100% americana a precios muy asequibles. El sistema de venta es el de ropa al kilo. Porque aunque se pueden comprar prendas de manera individual, el precio lo marca la balanza que hay en caja.

De unos años a esta parte, ha pasado de ser la eterna olvidada a convertirse en uno de los lugares más cool y creativos de la capital, gracias a su variedad de bares y tiendas y a los ocasionales eventos.

La Plaza Magdalena se mantiene como un cobijo para los vecinos y visitantes que buscan tomarse una cerveza o picar algo tranquilamente. A pesar de este maná de sillas y mesas, por la noche no es fácil encontrar sitio para sentarse, pero cuando se consigue, no hay quien te desenganche el culo de tu trocito de paraíso urbano.

Uno de esos lugares para reenamorarse de Zaragoza y del mundo en general.

 

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