El Paseo Pamplona es una de las principales avenidas del centro de Zaragoza, uniendo las Plazas Aragón y Paraíso, con el Paseo María Agustín a la altura de la histórica Puerta del Carmen. Esta avenida ha sido testigo de importantes cambios urbanísticos y sociales a lo largo de los años.
El Paseo de Pamplona ha tenido varios nombres a lo largo de su historia. A principios del siglo XX, se conocía como Paseo de la Lealtad, nombre que cambió tras la Guerra Civil, adoptando su denominación actual. Su origen se remonta al antiguo camino que partía de la Puerta de Santa Engracia, ubicada en la actual Plaza Aragón, y se dirigía hacia las instalaciones del Canal Imperial de Aragón en el Barrio de Casablanca, atravesando lo que hoy es la Calle Hernán Cortés.
Este paseo, que comenzó a urbanizarse a principios del siglo XX, pronto se convirtió en uno de los lugares preferidos por las familias burguesas y aristocráticas zaragozanas para edificar sus lujosas mansiones. Zaragoza, por entonces una ciudad moderna en pleno auge, con barrios claramente delimitados y un centro histórico rodeado por ensanches, vivió un período de entusiasmo reflejado en su arquitectura.
El estilo modernista, muy en boga a principios del siglo XX, predominó en muchas de las edificaciones que surgieron en el paseo, lo que le otorgó un carácter elegante y vanguardista. En esta época también aumentó su relevancia con la construcción de la Facultad de Medicina y Ciencias, el desarrollo del Paseo de Sagasta y la creación de la Plaza de Aragón.
Uno de los hitos arquitectónicos más importantes del Paseo Pamplona fue el monumento a la Exposición Hispano Francesa, ubicado en la confluencia con la actual Plaza Paraíso. Este monumento fue erigido para conmemorar el centenario de Los Sitios de Zaragoza, aunque en 1947 fue trasladado al Parque Grande debido a los problemas que causaba al tráfico.
Desafortunadamente, en las décadas de 1960 y 1970, gran parte del patrimonio modernista del Paseo Pamplona fue demolido en nombre de la modernidad. La mayoría de estas edificaciones fueron sustituidas por grandes bloques de viviendas, perdiéndose así la esencia arquitectónica que caracterizaba la avenida. En 1963, durante la época del desarrollismo, se eliminó el bulevar arbolado que recorría el centro del paseo, transformándolo en una vía dominada por los automóviles y restando espacio a los peatones.
Entre los edificios que aún se conservan, destaca el palacete ubicado en el número 3 del Paseo de Pamplona, aunque ha sido tan modificado que resulta difícil reconocer su estructura original.
Otro ejemplo notable es el Edificio Gallardo, construido en 1925 en la Calle Ponzano 18, con un estilo neobarroco y claras influencias de la Ópera de París.
Hoy en día, el Paseo Pamplona sigue siendo una avenida de gran importancia en Zaragoza. Aunque ha perdido su bulevar original, es una vía amplia y bien señalizada, con varias sendas de tráfico, luminarias modernas y pocos semáforos, lo que la convierte en un trayecto cómodo y rápido. En su recorrido, se encuentran edificios emblemáticos como el Paraninfo (antigua Facultad de Medicina), donde personajes ilustres como Santiago Ramón y Cajal o Albert Einstein dejaron su huella. Este edificio, obra maestra del arquitecto Ricardo Magdalena, es un ejemplo destacado de la arquitectura regionalista de la ciudad y, hoy en día, alberga el Museo de Ciencias Naturales, la Biblioteca General y es sede de importantes actos oficiales de la Universidad de Zaragoza.
El paseo no solo es conocido por su arquitectura y su historia, sino también por su vida cultural y social. A lo largo del paseo y en sus inmediaciones, se encuentran numerosos establecimientos que forman parte del día a día de los zaragozanos.
El emblemático Café Levante, situado en la cercana Calle Almagro, es un lugar ideal para disfrutar de un café en un ambiente único, lleno de encanto y nostalgia.
También es famoso el restaurante Cantábrico, en el número 17 del paseo, con una propuesta gastronómica centrada en el marisco fresco.
Uno de los elementos más representativos del Paseo Pamplona es la Puerta del Carmen, la única de las 12 puertas que tenía la antigua muralla de la ciudad que ha sobrevivido al paso del tiempo. Esta puerta fue testigo de los Sitios de Zaragoza (1808-1809), y aún conserva las huellas de los proyectiles que impactaron en su estructura durante la resistencia aragonesa.
El Paseo de Pamplona es un espacio donde la historia y la modernidad conviven, ofreciendo a quienes lo recorren una atmósfera que mezcla nostalgia, cultura y actividad urbana. A lo largo de su historia ha visto transformaciones drásticas, pero sigue siendo un punto de referencia clave en el corazón de Zaragoza, lleno de vida y cargado de memoria.