No debería ser ningún secreto que el Casco Histórico de Zaragoza se estructura en torno a sus plazas, cada una con su abanico de atractivos.
La Plaza Salamero es un cuadrante irregular conformado por las calles Morería, Teniente Coronel Valenzuela y Cinco de Marzo.
Esta plaza se encontraba en medio de la Morería, la plaza de la Alhóndiga, junto a la calle Azoque (del Zoco) y rodeada por un entramado de callejuelas.
Recibe su nombre oficial en honor a Miguel Salamero, defensor de la ciudad en los Sitios de Zaragoza y vecino del barrio de San Pablo.
Aunque su nombre oficial es Salamero, todos siguen conociéndola como Plaza del Carbón, el apelativo que la identificó por casi un siglo. Esto refleja cómo la tradición se arraiga y resiste algunos cambios.
Vista de la Calle Teniente Coronel Valenzuela
Situada en el corazón de la ciudad, esta plaza destaca por su forma irregular, muy diferente a las plazas tradicionales de forma cuadrada o rectangular. Además, mantiene un ambiente popular y auténtico, propio de un barrio con raíces profundas.
Los musulmanes llegaron a España en el 711 por Tarifa y en 714 conquistaron Zaragoza, dividiendo la península en dos marcas. La Marca Superior incluía distritos como Tortosa, Tarragona, Lérida, Huesca, Calatayud, Tudela y Zaragoza, llamada Medina Albaida (la ciudad blanca).
Tras la conquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador en 1118, los musulmanes fueron expulsados extramuros, donde se les permitió erigir su arrabal. Se instalaron en la zona contigua fuera de la muralla, al otro lado del Coso.
El barrio musulmán estaba rodeado por un muro que pasaba por la calle de Escuelas Pías, el Coso, hasta la plaza de Nuestra Señora del Carmen, y continuaba por la avenida de César Augusto, Ramón y Cajal, Echeandía, San Pablo hasta el Mercado Central.
Por la Puerta de la Meca y otra cerca del Arco de San Roque se accedía al resto de la ciudad.
El Arco de San Roque (derribado en 1942) comunicaba la Calle del Teniente Coronel Valenzuela con el Coso
Parte de las ruinas de este antiguo barrio musulmán aparecieron en 2001, al excavar el Paseo de la Independencia para construir un aparcamiento subterráneo.
A finales del siglo XIII, Jaime I el Conquistador permitió que los musulmanes se instalaran también en una zona extramuros en torno a la actual Plaza de España, el Paseo Independencia, la Calle Azoque (del Zoco) y la propia Plaza Salamero, en lo que se llamó la Morería.
Vista de la Iglesia de Santigo El Mayor desde la Plaza Salamero
De hecho, la calle Azoque recibe su nombre porque allí se situaba el zoco, mercado y espacio central de la vida social en la Zaragoza musulmana.
La calle Azoque era la principal arteria del barrio musulmán y reunía lugares importantes como la Mezquita Mayor, la alfóndiga u hostal de los moros, la carnicería, el zoco o mercado y la alcaicería (mercado cerrado para la venta).
Zona de juegos infantiles
Zaragoza mantuvo a lo largo de la Edad Media una importante población musulmana que decidió quedarse, conservando su fe, aunque sometida al mandato de los Reyes de Aragón.
Hábiles albañiles, fueron contratados por señores cristianos para la construcción de sus edificios y templos, dando lugar al arte mudéjar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En 1526, Carlos I de España ordenó la conversión forzosa de todos los musulmanes de Castilla y Aragón, que pasaron a denominarse moriscos. Sin embargo, la mayoría siguió practicando el culto al Corán en la intimidad.
La presencia musulmana continuó hasta su expulsión definitiva en 1610 por el rey Felipe III.
La Expulsión de los Moriscos, dibujo de Vicente Carducho. Museo del Prado, Madrid
En el siglo XVI se establecieron en la zona diferentes conventos religiosos. Destaca el convento de San Ildefonso de los dominicos (1522), que tras la desamortización fue Hospital Militar de la ciudad. Aún se conserva la iglesia anexa, la iglesia de San Ildefonso, declarada Monumento Nacional en 1975. Otro convento importante fue el de Santa Fe, construido en 1533 sobre el solar de la antigua mezquita mayor de la Morería.
Este convento fue defendido por Miguel Salamero en la Guerra de la Independencia. En agosto de 1808, Salamero defendió con sus hombres la huerta y convento de Santa Fe, impidiendo el avance francés por el Arco de San Roque.
Miguel Salamero, aguafuerte y aguatinta de Juan Gálvez y Fernando Brambila. Biblioteca Nacional de España
«En la tarde del 7 de Agosto de 1808 intentaron los franceses ganar el punto de las Monjas de Santa Fé, y colocaron un obús a la entrada de la calle del Carmen. Pero Miguel Salamero, les hizo un fuego tan vivo desde las arruinadas vistas de las Monjas, que no los dejó maniobrar; y dando lugar a que acudiesen más patriotas á aquel punto, los Franceses tuvieron que retirar el obús. Fue esta una de las proezas más señaladas del sitio. Salamero tenía entonces 48 años, era natural de Zaragoza y de la parroquia de San Pablo».
Tras la desamortización de Mendizábal (1836), el convento de Santa Fe fue sede de la Academia de Bellas Artes de San Luis. A partir de 1844 acogió objetos artísticos de otros conventos desamortizados, almacenados antes en San Pedro Nolasco.
El convento fue transformado en Museo Provincial en 1875.
El exconvento de Santa Fe, transformado en Museo Provincial
En 1908 fue derribado y sobre sus terrenos se construyó la actual Plaza Salamero.
Durante el siglo XIX, la plaza era el lugar donde los arrieros llevaban el carbón, que era registrado y revisado antes de su venta al público. Por eso, es conocida popularmente como “la plaza del carbón”.
En 1928 se instaló en el centro un monumento al escritor y periodista bilbilitano Joaquín Dicenta, conocido por sus crónicas sociales en diarios republicanos. Su busto fue atacado por falangistas tras el golpe de 1936 y trasladado al Parque Grande José Antonio Labordeta.
En 1939, el arquitecto José Beltrán presentó un proyecto para remodelar la plaza, modificando calles y ubicación, que dio lugar al edificio de La Adriática, el antiguo Banco de Aragón y edificios de las Escuelas Pías, con la pequeña iglesia de la Mantería como recuerdo.
En 1946 fue demolido el Arco de San Roque y, entre otras, una de las casas de la familia de Goya, de la que solo queda un bingo con su nombre.
En la plaza Salamero estaba la casa donde nacieron los cinco hermanos de Francisco de Goya, en la que él vivió parte de su infancia hasta 1757. Fue derribada en 1946, coincidiendo con el 200 aniversario del nacimiento del pintor.
Zona donde se encontraba la Casa de Goya
La casa de la familia Goya, derribada en 1946. Queda un bingo con su nombre
En los años 60, la plaza sufrió otra remodelación que construyó un rascacielos que destaca sobre la iglesia de Santiago El Mayor.
En los años 70 se construyó un aparcamiento en el centro de la plaza.
En el último tercio del siglo XX, la plaza vio la adición de edificios de viviendas y comerciales más altos, que lamentablemente rompieron la coherencia arquitectónica original.
Uno de los enormes edificios de viviendas
A principios de 2020 se detectó el hundimiento de la losa superior del parking subterráneo que hay bajo la plaza. El fallo, de tipo constructivo, obligó a iniciar el desmontaje del espacio público exterior, la estabilización de la estructura, la reconstrucción de la plataforma superior del aparcamiento y la posterior urbanización de la nueva plaza.
En marzo de 2023, se inauguró la nueva Plaza Salamero, un espacio peatonal y accesible diseñado por Héctor Fernández del estudio Lignum con la intención de convertirse en una plaza pública acogedora y llena de vegetación.
En esta plaza, se pueden encontrar una zona de juegos infantiles y amplios parterres. Además, se han dispuesto bancos bajo la sombra de estructuras cubiertas por plantas trepadoras.
En una de las esquinas de la plaza se encuentra Zalamero (número 13), un restaurante que encuentra su inspiración tanto en el Mediterráneo como en su gastronomía y decoración. El nombre del restaurante es toda una declaración de intenciones, jugando con la ubicación y el significado del término, que evoca a quien hace ‘zalamerías’, demostraciones de cariño que el restaurante busca ofrecer a sus clientes.
En la cocina, el chef Javier Abella lidera la propuesta culinaria con una carta que celebra la diversidad de la dieta mediterránea, con influencias de Italia, Marruecos, Turquía y Aragón.
La Plaza Salamero es un espacio que refleja la historia viva de Zaragoza, un lugar donde las huellas del pasado conviven con la vida moderna del barrio. Su reciente renovación ha logrado preservar su esencia, convirtiéndola en un punto de encuentro amable y lleno de vida para vecinos y visitantes.
Pasear por esta plaza es adentrarse en un fragmento clave del Casco Histórico, un rincón que no puede faltar en cualquier ruta por la ciudad.