No debería ser ningún secreto que el Casco Histórico de Zaragoza se estructura en torno a sus plazas, cada una con su abanico de atractivos.
Situada en el corazón de la parte antigua de la ciudad, esta plaza sorprende por su forma irregular, muy diferente de la delimitación, generalmente cuadrada o rectangular, de las plazas tradicionales. Tampoco es habitual encontrar en Zaragoza la esencia de su ambiente popular, su resistencia de barrio sin imposturas.
Escenario de todo tipo de celebraciones (batallas, autos de fe, ejecuciones, representaciones teatrales, fiestas, torneos, canonizaciones y proclamaciones, etc.), ha cambiado de nombre hasta en diez ocasiones, dependiendo de las diferentes etapas de la historia de la ciudad.
La plaza del Justicia fue ampliada en los últimos años del siglo XIX al derribarse los edificios de la calle Manifestación números 28 a 36. Manteniendo esta calle libre, se creó una pequeña isleta ajardinada.
A la Plaza del Justicia podemos llegar a través de las calles Manifestación o Santa Isabel.
No obstante, también podemos acceder desde varias calles peatonales, como la del Temple, la del Buen Pastor o la de la Virgen.
Esta plaza dedicada al Justicia de Aragón tiene una de las iglesias más bonitas del casco histórico. Siéntate en un banco y disfruta de la vista de Santa Isabel de Portugal o San Cayetano mientras escuchas el rumor del agua de la Fuente de la Samaritana.
La Fuente de la Samaritana es una buena muestra de los talleres de fundición Averly, que desde Zaragoza exportaron, a lo largo del siglo XIX y gran parte del XX, obras en hierro y bronce por media Europa.
Originalmente, se instaló en la plaza de la Seo en 1886. En 1962, la fuente fue desmontada de su ubicación original y se trasladó al Parque Bruil. Dos años después la fuente fue colocada en su actual emplazamiento en la Plaza del Justicia, junto a la Iglesia de Santa Isabel de Portugal.
Muy cerca hay otra escultura, el Monumento al Cofrade. Un adulto y un niño en bronce luciendo toda la indumentaria y los instrumentos propios de la Semana Santa. Esta obra sí que se hizo ex profeso para este emplazamiento y no hace mucho de ello, ya que se colocó en 2009.
Si buscas una expresión de Modernismo con todas las letras, lo encontrarás en el Hotel Catalonia El Pilar, una joya del Art Noveau construida en 1903.
A un lado de la plaza encontraremos un señorial edificio amarillo que es el palacio dieciochesco de los Condes de Sobradiel. A finales del siglo XVI el propietario del inmueble era Juan de Lanuza, el Justicia de Aragón que se enfrentó al rey Felipe II y que acabó decapitado por defender los Fueros aragoneses. Por cierto, murió no muy lejos de aquí, en la antigua plaza del Mercado que coincide con el actual emplazamiento del Mercado Central.
El desaparecido oratorio del Palacio de los Condes de Sobradiel estaba decorado con tres lienzos de gran formato pintados por Francisco de Goya en 1772. Las pinturas fueron arrancadas y dispersadas. Hoy en día se conservan repartidas entre los museos de Zaragoza, Goya Ibercaja y Lázaro Galdeano (Madrid).
En la actualidad alberga la sede del Colegio Notarial de Aragón.
Una pequeña placa en uno de los bancos más cercanos a la calle Manifestación recuerda al poeta, escultor y abogado Emilio Gastón. Este personaje, fallecido en 2018, fue un intenso activista social y con la llegada de las autonomías fue el primer Justicia de la democracia, un cargo histórico que representa al pueblo aragonés ante los gobiernos.
Emilio Gastón se solía sentar aquí, a pensar en las nubes, en sus rimas, en sus cosas y en las de todos. Puedes hacer lo mismo. Además, cada noche, se ilumina en el suelo uno de sus versos: ‘… y seguiré la lucha en subjuntivo como si pudiera o pudiese’.
En la Plaza del Justicia se entrelazan las construcciones de piedra, los balcones volados, techos de alfarje, ventanas de madera torneada, pinturas murales, vitrales, fachadas y amplios portales arcados, que en buena lid serían el pretexto ideal para estudiar desde allí la historia de la arquitectura en Zaragoza.
Es probablemente el rincón más bello de la ciudad, y no solo para turistas: los niños de una escuela juegan al aire libre o se sientan a leer bajo los inmensos portales ajenos al trasiego de los visitantes.
De unos años a esta parte, ha pasado de ser la eterna olvidada a convertirse en uno de los lugares más cool y creativos de la capital, gracias a su variedad de bares, restaurantes y cafeterías y a los ocasionales eventos.
Justo enfrente, en el número 13 de la Calle Manifestación se sitúa el Justicia Coffee, una de las cafeterías de especialidad de referencia en Zaragoza. En parte tienda, cafetería y tostadora de café, este es un lugar ideal para aprender, probar y preguntar.
Son unos entusiastas y te explicarán con todo detalle lo que quieras de la elaboración, del origen, de los mil matices del café y de todo lo que trabajan (los cinnamon rolls, los bizcochos, los brownies, las tartas, las cookies…). Aparte de su ubicación privilegiada, este local juega muy bien con el minimalismo nórdico, con un despliegue de techos altos, madera, mobiliario casero y luz, muchísima luz.
Justo al lado se ubica Paloma (Calle Manifestación 11). Si os gusta la moda de estilo muy personal, romántico y femenino, esta tienda os encantará.
A la hora de seleccionar una marca, Paloma se fija mucho en el proceso de creación y producción de la prenda o accesorio y en la historia que hay detrás. Por eso las marcas que hay aquí son de las responsables, de calidad y con una línea de diseño coherente. Es decir, ropa que solo se encuentra en marcas pequeñas y con una línea de distribución muy limitada.
Muy cerca, en el número 23 de la calle Prucencio, se ubica el Marianela, un local tranquilo para leer un libro o para beberte un zumo natural con una tarta Red Velvet mientras revisas Facebook u hojeas sin vergüenza el último número de tu revista favorita.
También es uno de los cafés más concurridos de la ciudad de Zaragoza. Cualquiera de sus rincones o platos es perfecto para tenerlo de recuerdo en Instagram.
Decorado con muebles de los años 30, 40 y 50, hasta el papel pintado de sus paredes desprende un acogedor aire retro. Todo en el Marianela resulta familiar y encantador. Su estética, en la que destacan los colores azules pastel y la madera, produce una sensación de paz absoluta.
Un poco más adelante, en el número 30 de la misma calle, aparece la cafetería Formidable. El problema de quedarse en el Formidable es que los golosos tendrán problemas a la hora de resistirse a todos los pasteles caseros que les llaman desde la barra. Vuestra fuerza de voluntad no resistirá, creednos, maravillas como la tarta Formidable (elaborada con croissant con chocolate), la Cheesecake, la Red Velvet o la tarta japonesa (con queso muy ligera y esponjosa).
La atmósfera es relajada, y el público, moderno, joven y calmado.
Volviendo sobre nuestros pasos, llegamos al número 1 de la calle La Virgen, donde está El Tupé Asesino, una tienda ambientada en los años 50 en la que encontramos la moda tan vintage y rompedora de esa época, tanto para mujer como para hombre. Y es que Lois Alonso, su creadora, se confiesa una enamorada de esa estética tan maravillosa y única de la época dorada del rock & roll.
A escasos metros, en el número 12 de la calle Manifestación, una placa nos indica el lugar donde vivió José Martí, héroe de la independencia cubana y estudiante de la Universidad de Zaragoza.
José Martí tenía 20 años cuando decidió trasladarse a Zaragoza desde Madrid y allí vivió durante 20 meses, en una modesta casa de huépedes con Fermín Valdés, su mejor amigo y cómplice en su pensamiento revolucionario.
Aunque se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras con sobresaliente, Martí no pudo recoger sus títulos porque no tenía dinero para que se los expidieran. La Universidad de Zaragoza corrigió esa situación a título póstumo en 1995.
Aunque se enfrentó a los españoles, en sus escritos siempre declaró su amor a nuestra ciudad y a sus gentes.
Nuestra próxima parada es la encantadora tienda-taller que el diseñador de moda, periodista y fotógrafo Enrique Lafuente tiene en la esquina de la calle Loscos con Manifestación.
Un espacio lleno de creatividad y detalles en el que Lafuente crea y comercializa sus diseños desenfadados relacionados con las tradiciones aragonesas, además de agitar culturalmente la ciudad y poner en marcha propuestas como Baturro Bizarro.
Un poco más adelante aparece el Mercado Central. En febrero de 2020, tras dos años deprofunda y necesaria remodelación y una inversión de casi 9 millones de euros, el Mercado Central de Zaragoza reabrió sus puertas al público transformado en espacio gastronómico, donde no solo se podía aún ir a hacer la compra sino que recuperaba su función de ágora o centro de la comunidad para pasar el rato apostados en barras, con un vermut en la mano y un pincho en la otra.
La zona de restauración está agrupada en la zona central del edificio, el llamado Rombo Zentral, que ocupa las cuatro esquinas más transitadas del mercado, y cuenta con un escenario lateral elevado para actuaciones musicales y teatrales.
El espacio gastronómico del Mercado Central tembién ofrece un velador al aire libre abierto desde las 9 de la mañana en el que disponen de una variada carta de sus espacios gastronómicos y donde la oferta estrella es, ¡la comida asiática!.