Un Paseo por La Ribera del Ebro
La Ribera del Ebro

La Ribera del Ebro

Zaragoza, durante muchos años, casi por espacio de un siglo entero, volvió la espalda al Ebro, lo despreció, consintió que fuera convirtiéndose en cloaca, en inmundo vertedero de la población.

Pero algo cambió. Y no fue un cambio cualquiera: fue una transformación radical. La celebración de la Exposición Internacional de 2008 marcó un antes y un después. Gracias a ella, las riberas del Ebro, junto con sus avenidas, aceras y puentes, fueron recuperadas y devueltas a la ciudadanía.

Ciudadanos caminando en el entorno del recinto de la Expo
Personas haciendo ejercicio en el entorno de las Riberas del Ebro en Zaragoza

El proyecto apostó por una visión unitaria del río y su entorno, convirtiéndolo en el eje vertebrador de la capital aragonesa. Las actuaciones se desplegaron a lo largo de 18 kilómetros entre ambas orillas, desde el puente de la AP-2 hasta el del Tercer Cinturón, incluyendo los meandros de Ranillas y Cantalobos.

Las riberas, antes olvidadas, se transformaron en un paseo vibrante junto al agua, donde es posible pasar bajo puentes tan antiguos como el de Piedra o tan innovadores como el Pabellón Puente, diseñado por la arquitecta Zaha Hadid como legado de aquella Expo.

Vista del Puente de Piedra desde el pretil de San Lázaro
Vista del Puente de Piedra

Fue un auténtico «lifting» urbano que situó a Zaragoza en la vanguardia de las ciudades españolas.

Ciudadanos haciendo ejercicio en el entorno del Puente de Piedra. En un soleado día de verano, los ciudadanos de Zaragoza aprovechan el entorno del Puente de Piedra para hacer ejercicio. El puente, que une la ciudad antigua con el Arrabal, es un lugar ideal para practicar deporte al aire libre.
Personas haciendo ejercicio en las cercanías del Puente de Piedra

Hoy, la ribera del Ebro es una moderna y cuidada avenida con jardines, iluminación elegante y vistas abiertas gracias a barandillas de hierro que han sustituido al viejo pretil de piedra.

Vista del Pretil del Ebro y del Puente de Piedra

El Puente de Piedra y el pretil del Ebro
El Puente de Piedra y el pretil del Ebro

Donde antes había soledad y abandono, ahora hay vida: gente paseando, haciendo deporte, tomando algo en una terraza, leyendo al sol o simplemente estando.

Vegetación de La Ribera del Ebro

El Ebro ha dejado de ser un límite para convertirse en un espacio de encuentro. Su carácter cambiante —a veces sereno, a veces bravo— es parte del espectáculo que Zaragoza ofrece desde sus puentes y nuevos miradores.

La Almozara y la Pasarela en la Ribera del Ebro
La Almozara y la Pasarela del Voluntariado

El Ebro, en Zaragoza, es hoy un lugar de recreo donde pasear, ponerse al sol, hacer deporte, tomar algo en una terraza, celebrar, leer, estar…, cambiante según venga de crecido el río.

Manantial o Botella Manantial Ribera del Ebro Zaragoza
Manantial o Botella Manantial

Cuando menguan las riberas, se compensa con un espectáculo de bravura al que asomarse desde los puentes y otros muchos miradores que se han construido.

Las orillas del río Ebro a su paso por el barrio de Vadorrey

Comenzamos nuestro paseo por la ribera del río Ebro

Atravesando el puente de Santiago, nos adentramos en la arboleda de Macanaz, una de las zonas verdes de la ciudad donde la naturaleza es la gran protagonista y uno de los mejores lugares en Zaragoza donde ver el atardecer.

Puente de Santiago sobre el Ebro de Zaragoza
Puente de Santiago sobre el Ebro de Zaragoza
Atardecer en el Puente de Santiago
Atardecer en el Puente de Santiago

La arboleda conforma una zona ajardinada que fue un importante soto ribereño al que se accedía por la antigua pasarela que estuvo en funcionamiento hasta 1965.

La Arboleda de Macanaz es un lugar ideal para disfrutar de las vistas de la ciudad, en especial de la Basílica del Pilar.
Las vistas del Pilar desde la Arboleda de Macanaz son espectaculares. La basílica del Pilar se alza imponente sobre el río, ofreciendo una imagen imponente

Es una zona en la que podemos disfrutar de unas maravillosas vistas de la Basílica del Pilar y de la Catedral de La Seo.

La Ribera del Ebro

A escasos metros de distancia están el molino de San Lázaro y el mirador del puente de Tablas, construido en el lugar donde estuvo ubicado dicho puente.

molino de San Lázaro de Zaragoza
Molino de San Lázaro
El Mirador del Puente de Tablas de Zaragoza
El Mirador del Puente de Tablas

Tras atravesar la arboleda, llegamos al puente de Piedra, el más antiguo que se conserva sobre el río Ebro.

Paseando por la Ribera del Ebro

Unos cuantos pasos más adelante, encontramos al balcón de San Lázaro, un centro de interpretación en el que se conservan los restos del antiguo convento de San Lázaro (destruido durante los Sitios de Zaragoza).

Centro de Interpretación del antiguo convento de San Lázaro
El Centro de Interpretación del antiguo Convento de San Lázaro

Descendiendo por unas escaleras, nos encontramos el mirador más fotogénico de Zaragoza. Desde aquí, se abarca de un solo vistazo el río Ebro, el Puente de Piedra, la Catedral del Salvador (La Seo) y la Basílica del Pilar. Esta vista panorámica es una delicia para los turistas que cruzan el río y un imprescindible para los zaragozanos al llegar a esta entrada al Arrabal y al barrio de Jesús.

El Balcón de San Lázaro quizás sea el mirador más instagrameable de Zaragoza, abarca el Ebro, el Puente de Piedra, la Seo y el Pilar

Curiosamente, mucho antes de la era de Instagram, esta panorámica ya era impresionante. Uno de los cuadros más célebres de la Zaragoza histórica, pintado aproximadamente desde este punto, es la ‘Vista de Zaragoza’ de Juan Bautista del Mazo en 1647.

Vista de Zaragoza en 1647, de Juan Bautista Martínez del Mazo
‘Vista de Zaragoza’ en 1647, de Juan Bautista Martínez del Mazo

En esta obra, se puede ver el Puente de Piedra dañado tras una riada, junto con el perfil de la catedral, la basílica y toda la margen derecha del río, que difiere significativamente de la actualidad. Este cuadro se encuentra en el Museo del Prado.

Desviándonos un poco, nos dirigimos hacia la calle Sobrarbe, donde nos encontramos con la hermosa iglesia de Altabás. Data de 1892, ya que la original, del siglo XIV y origen mudéjar, tuvo su primitivo emplazamiento junto al pretil del puente de Piedra en su orilla izquierda hasta 1813, año en el que se derrumbó como consecuencia de la voladura de la última arcada del puente en la retirada de los franceses de Zaragoza durante los Sitios.

Vista del Puente de Piedra desde la Ribera del Ebro

Salimos de nuevo a la calle Sobrarbe y en sentido hacia el puente de Piedra, a la derecha, encontramos la calle Horno. Adentrándonos un poco descubriremos una de las calles más singulares de Zaragoza, el callejón de Lucas, un lugar poco conocido, pero lleno de encanto ya que es la única calle de la ciudad que está cubierta.

El Callejón de Lucas en el Arrabal
El Callejón de Lucas

Volvemos a la ribera del Ebro para seguir nuestro paseo y llegamos hasta el puente de Hierro, también llamado del Pilar, para pasar al lado derecho de la ribera.

Puente de Hierro Zaragoza
El Puente de Hierro

Lo primero que vemos es el Alma Mater Museum (antiguo Museo Diocesano) un espacio cultural sorprendente gracias a la cuidadosa restauración del edificio histórico, al innovador proyecto museográfico y a la estudiada selección de la obra artística expuesta.

El Puente de Piedra ofrece una vista privilegiada de los principales edificios de la ciudad, entre ellos el Alma Mater Museum y La Seo
Vista del Alma Mater Museum y de La Seo desde el Puente de Piedra

Un poco más adelante contemplamos una espectacular panorámica de Zaragoza con las fachadas traseras de la Catedral de La Seo, El Pilar, La Lonja y el Ayuntamiento de Zaragoza.

Corriente Ribera del Ebro

En esta zona encontramos el caballito de La Lonja, la escultura del caballito de bronce de Paco Rallo que homenajea al fotógrafo Ángel Cordero, que dedicó más de 50 años de su vida a sacar una sonrisa a miles de niños zaragozanos.

El Caballito de la Lonja
El Caballito de la Lonja

Para apreciar cómo el Ebro ha ido sedimentando la historia de Zaragoza, es estupenda la visita al Museo del Puerto Fluvial, muy cerca de La Seo, otro testigo primerísimo del devenir de esta ciudad. Allí, metros por debajo del nivel actual de las calles, uno puede hacerse idea de lo mucho que supuso la navegación, sobre todo por el comercio, hasta que fue dejándose, entre otras cosas, por la construcción de azudes y luego de grandes embalses.

Si continuamos nuestro camino por la ribera en dirección al puente de Santiago podremos contemplar los restos de la antigua Muralla romana. Construida en el siglo I, su función era proteger a la ciudad de Cesaraugusta, denominación romana para la actual Zaragoza.

La muralla romana tenía un perímetro de 3.000 metros con unos 120 torreones defensivos custodiados por más de 2.000 hombres armados, levantados a intervalos de entre 14 y 16 metros de distancia.

Restos de la antigua Muralla Romana
Restos de la antigua Muralla Romana

Otra herencia de la Exposición Internacional de 2008 fue el Parque Luis Buñuel, popularmente llamado ‘del Agua‘. Se aprovechó un fértil meandro del río para diseñar un laberinto de caminos, zonas de esparcimiento y áreas botánicas muy variadas, desde los sotos salvajes hasta los jardines con frutales, lirios, nenúfares o bambú. Han pasado doce años desde su inauguración y ha cambiado mucho. ¡A mejor! El tiempo y el crecimiento del arbolado han conseguido algo que parecía imposible en sus inicios: la sombra.

Parque del Agua
El Parque del Agua

Gracias a eso es perfecto para practicar deporte al aire libre. Corredores, ciclistas y grupos haciendo tablas de ejercicios no faltan ningún día, ni a ninguna hora. Pero también hay quien se dedica a jugar al golf, en el ‘Pitch & Putt’ o en los hoyos del Ranillas Urban Club. Y las numerosas pistas de pádel tienen que reservarse con antelación. E incluso hay un espacio hípico, donde cabalga gente de todas las edades, aunque sobre los caballos predominan los niños mientras sus padres los miran desde la valla.

Hasta las mascotas vienen a ejercitarse. Bien corriendo libres por los espesos sotos ribereños y dándose algún baño clandestino en los estanques; o bien poniéndose a prueba en el recinto privado de Agility L’Almozara.

Por haber, hay hasta playa. ¡Sí, las Playas Zaragoza! Darse un baño y nadar viendo el Pilar es algo que merece la pena.

Las Playas de Zaragoza
¿Quién dijo que Zaragoza no tenía playas?