Las huellas de la Zaragoza islámica
Visitando los restos de la antigua Zaragoza Musulmana

Visitando los restos de la antigua Zaragoza Musulmana

Desde su fundación romana, Zaragoza es la ciudad más importante del valle medio del Ebro, y ha mantenido su posición de capital de esta región hasta la actualidad.

Zaragoza era una de las ciudades más importantes y populosas de al-Ándalus, mayor que Valencia y Mallorca y siendo solo superada por Córdoba, Sevilla y Toledo.

Así lo atestigua el célebre geógrafo Al-Idrisi (1100-1165), describiendo Saraqosta, conocida como Medina Albaida (la ciudad blanca), no solo por sus enlucidos de yeso y cal, sino por la presencia en sus palacios y edificios del material más usado en su construcción: el alabastro.

Recreación de la Zaragoza musulmana en el siglo XI
Saraqosta en el siglo XI. Maqueta del Ayuntamiento de Zaragoza

Al-Idrisi escribió: «La ciudad de Zaragoza es una de las principales de entre las ciudades de Al-Andalus. Es de gran extensión, populosa y amplia; tiene anchas calles y vías, y bellas casas y viviendas. Está rodeada de jardines y vergeles, y tiene una muralla construida en piedra, inexpugnable.(…) La ciudad de Zaragoza recibe el nombre de Medina Albaida (La ciudad blanca) y esto se debe a su abundancia de encalados y enlucidos».

Recreación de la Sarakusta musulmana del siglo XII
Saraqusta en 1118. Recreación elaborada por el equipo de investigación de la Unidad Predepartamental de Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, dirigida por Javier Peña Gonzalvo (Foto: Zagri bajo licencia CC BY-SA 4.0)

Los musulmanes entraron en España en el 711 por Tarifa y en el año 714 ya habían conquistado Zaragoza.

A la llegada de los árabes, la ciudad, aunque mantenía la muralla de Cesaraugusta de sillares, no estaba ocupada en todo su espacio intramuros, y había solares en ruinas, como el que ocupaba el teatro romano, ya desmantelado. Así, a principios del siglo VIII, la ciudad no llegaba a los 10.000 habitantes.

Debido a la prioridad urbana de la civilización islámica, Zaragoza asiste a un lento crecimiento de la población durante los siglos VIII y IX, pero no fue hasta el gobierno de la dinastía de los Banu Qasi, a mediados del siglo IX, que la población crece de modo hasta habitar los primeros arrabales extramuros. De este crecimiento da cuenta la ampliación, en 856, de la Mezquita Aljama. Tenía planta cuadrada y múltiples naves.

La gran mezquita marcaba la vida religiosa de la ciudad, y curiosamente, se encontraba en lo que ahora es La Seo, siendo su entrada la misma que da paso a la catedral.

 

Recreación de la mezquita aljama o mezquita mayor de Saracusta
Recreación de la Mezquita Aljama de Saraqosta (Imagen: Javier Peña)

En su interior se conserva el hueco con la huella del alminar de la mezquita, si bien en una zona que no es de acceso público. Además, para algunos estudiosos, el paño mudéjar que da al palacio arzobispal sería en realidad un muro de la mezquita. Puede verse en una de las piedras una firma en árabe de uno de los alarifes.

La Parroquieta de la Seo es una magnífica fachada mudéjar que se encuentra junto a los ábsides de la catedral
Muro mudéjar de la parroquieta de La Seo de Zaragoza

En el siglo X la población, según estimación del cálculo por hectáreas de la Medina completa, iría de 15.000 habitantes a comienzos del califato, hasta los 18.000 o 20.000 a finales.

Pero el crecimiento más importante se experimentó con la Taifa independiente a lo largo del siglo XI. En 1023, colmatado ya todo el espacio de la ciudad romana, se hizo necesario un nuevo recrecimiento de la mezquita, y los arrabales se extendieron por todo el perímetro habitable de la ciudad fuera de la Medina, hasta el punto de hacerse necesario un segundo muro de tapial que tenía portillos que coinciden en su lugar con las actuales Puerta del Duque de la Victoria, Puerta del Carmen y El Portillo.

El perímetro amurallado de La Aljafería cuenta con torreones de planta ultrasemicircular
Torreón del perímetro amurallado de La Aljafería

En esta época hay varios arrabales situados al sur (arrabal de Sinhaya, tomando su nombre de la tribu bereber asentada allí, actualmente Puerta Cinegia), al este (arrabal de Las Tenerías, o barrio de curtidores) y norte de la ciudad (arrabal de Altabás, al otro lado del puente de Piedra, en la margen izquierda del Ebro, donde se situaban los carniceros y el matadero), y pudo llegar con Al-Muqtádir, en la segunda mitad del siglo XI, a los 25.000 habitantes.

Los pobladores de la ciudad de Zaragoza pertenecían a distintos grupos étnicos. La clase dominante (jassa), no muy numerosa, era la de los linajes árabes del sur o yemeníes, aunque también había un grupo de árabes del norte o sirios, que en el primer siglo de dominación árabe, aspiró a dominar la Taifa.

El contingente bereber tampoco fue al principio muy abundante, y se estableció además de en Zaragoza, sobre todo (y con el tiempo) en el arrabal de Sinhaya (al exterior de la Puerta Cinegia o de Toledo).

Parte de las ruinas de este antiguo barrio musulmán aparecieron en 2001, al excavar el Paseo de la Independencia para construir un gran parking subterráneo.

A ambos lados del paseo, en el lugar que apareció la Sinhaya, hay colocadas unas placas informativas en las que se detalla con una maqueta como eran los restos arquitectónicos encontrados en 2002
En el 2001 se comenzó a excavar el Paseo de la Independencia para construir un gran parking subterráneo. Estas excavaciones descubrieron las ruinas de Sinhaya (siglos X y XII), una circunstancia que frenó el proyecto. Dos placas informativas a ambos lados del paseo ofrecen una explicación de los restos de su subsuelo, ya que decidieron cubrirse. Fue una pena porque se veían varias calles enteras.
En 2001 comenzaron unas obras en el paseo Independencia, una de las vías principales de la ciudad, para construir un gran parking subterráneo. Tuvieron que pararlas porque se encontraron los restos arqueológicos del arrabal de de Sinhaya
Fotografía aérea de la ciudad islámica del siglo XI que salió a la luz en 2001 con las obras de reforma del Paseo de la Independencia (Imagen: Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza)

En la llamada Medina, el núcleo político administrativo de la ciudad, se localizaba la Mezquita Aljama, el Zoco, donde se concentraba la actividad comercial, y la Alcazaba o residencia del gobernador, adosada a la muralla.

Los musulmanes reforzaron la muralla romana del siglo III y construyeron una gran cerca de adobe y ladrillo en torno a los arrabales. La muralla de Saraqusta disponía de un fortín en cada uno de los cuatro ángulos, en los dos que daban al río se levantaron sendas Zudas, que se conservan actualmente, aunque muy reformadas: la Zuda de San Juan de los Panetes y la del Santo Sepulcro.

Las tiendas solían agruparse en torno a las puertas y en los alrededores de las mezquitas, por ser las zonas de mayor tránsito.

Se conoce la existencia de un amplio Zoco en los alrededores de la mezquita mayor, otro en los alrededores de la Puerta Cinegia. Además de una alcaicería (aduana), en la actual Calle Verónica, y una alhóndiga, zona comercial cerrada.

Restos del antiguo palacio de la Zuda, también conocido como Azuda o Sudda, alcázar musulmán situado dentro de Saraqusta y sede de los gobernadores musulmanes
Ruinas de la Alcazaba, la residencia fortificada de los gobernadores musulmanes de la ciudad, situadas entre el Torreón de la Zuda y la Iglesia de San Juan de los Panetes

En lo que hoy es el torreón de la Zuda, se encontraba la Alcazaba, la residencia fortificada del gobernador musulmán de la ciudad, que fue construida aprovechando uno de los torreones de la muralla romana. Realmente, del palacio musulmán original no queda nada salvo unos restos que pueden verse junto a la iglesia de San Juan de los Panetes, ya que el actual torreón fue transformado totalmente en tiempos cristianos, pero el edificio tiene su origen en la torre del homenaje del Alcázar en el que residía el gobernador musulmán.

El Torreón de la Zuda es la torre del homenaje del antiguo palacio de la Zuda, Azuda o Sudda, alcázar musulmán situado dentro de Saraqusta y sede de los gobernadores musulmanes
El Torreón de la Zuda es todo lo que queda de la antigua Sudda musulmana, la residencia fortificada de los gobernadores musulmanes de la ciudad
Una escalera de caracol te lleva a lo más alto del Torreón de la Zuda
El Torreón de la Zuda tiene cinco plantas cuadradas a las que se accede por una escalera circular

Este palacio también fue utilizado como residencia de invierno de los reyes de la Taifa de Saraqusta, mientras que en verano, trasladaban la corte a la Aljafería.

Ademas de estos edificios públicos o comerciales la Medina estaba ocupada por viviendas. Las casas musulmanas se organizaban alrededor de un patio interior, que constituía el espacio más importante; a él se abrían las habitaciones y normalmente tenía un pozo y nunca faltaba la vegetación. El aspecto exterior era cerrado, ya que carecían de fachadas, sólo una puerta de acceso comunicaba con un adarve o calle sin salida.

En el barrio de San Pablo se encontraban las instalaciones industriales, como el área alfarera. En la explanada conocida como Almusara (Almozara) se celebraban acontecimientos militares, religiosos, públicos u oraciones multitudinarias.

Muy cerca de la Aljafería se encontraba el jardín botánico de los reyes de la taifa de Zaragoza.

En los alrededores de la ciudad, entre huertas, vides y olivares, había almunias, residencias campestres que en algunos casos eran auténticos palacios.

La principal necrópolis musulmana de Zaragoza se encontraba en la calle Predicadores. Parece que los enterramientos se realizaban a ambos lados de la vía, que sabemos era recorrida por los cortejos que, procedentes de la Aljafería, se dirigían a la Mezquita Aljama y, en general, a la Medina.

Patio de Santa Isabel del Castillo de la Aljafería
El patio ajardinado que articula la zona islámica de la Aljafería se llama Patio de Santa Isabel, en recuerdo de la infanta aragonesa y reina de Portugal

El suministro de agua potable se realizaba mediante acequias y pozos, como el de la Aljafería junto a la torre del Trovador que aseguraba el suministro de agua en caso de asedio o los que se conservan en el Museo del Foro.

Están documentados numerosos canalillos, que en muchos casos, debieron estar asociados a norias que utilizaría el agua de pozos o del Ebro, como los de la Calle Martín Carrillo, o el de la Plaza de San Nicolás.

Como los recién llegados musulmanes eran escasos, favorecieron la conversión al islam, lo que les proporcionaba el derecho a no pagar impuestos, puesto que la ley coránica lo prohíbe. Este grupo numeroso, formado por todo tipo de cristianos, desde linajes de rancio abolengo romano hasta campesinos, comerciantes y artesanos, adoptó el nuevo credo y se constituyó en el grupo social de los muladíes, con algunas familias muy importantes que accedieron en ocasiones al poder de distritos e incluso se comportaron como gobernadores independientes, desde el siglo IX, como es el caso de los Banu Sabrit o los Banu Qasi, que originarios de Alfaro y gobernadores de Tudela, llegaron a dominar todo el valle medio del Ebro, gobernando un extenso territorio con capital en Zaragoza.

Acceso al Salón Dorado del Palacio de la Aljaferia
El Salón Dorado era la principal estancia del Palacio de la Aljafería y en el frente de la arquería de acceso se reprodujo el lado norte de la arquería de la mezquita aljama de Córdoba

Los judíos, perseguidos durante la época visigoda, mejoraron mucho la situación, dedicándose sobre todo al comercio, las finanzas, la política y la cultura. Su lengua y costumbres tenían puntos de contacto con las mahometanas, y de hecho, casi todos dominaron la lengua árabe. La judería de Zaragoza ocupaba el ángulo sureste de la Medina, entre el solar del teatro romano (ya colmatado) y lo que hoy es la confluencia entre el Coso alto y bajo.

En cuanto a los cristianos que permanecieron fieles a su religión, llamados mozárabes -que gozaban de cierta autonomía jurídica y autoridades religiosas propias, aunque tenían que pagar impuestos-, ocuparon una zona en el sector noroeste de la ciudad situado entre las cercanías del palacio de gobierno o palacio de la Zuda y la iglesia de Santa María la Mayor, hoy conocida como basílica del Pilar.

Disponían de dos iglesias que, al parecer, se mantuvieron durante los 400 años de dominación musulmana. La ya citada Iglesia de Santa María Virgen, y la de las Santas Masas, situada extramuros, que mantenía la tradición de los innumerables mártires zaragozanos y que luego sería el monasterio e iglesia de Santa Engracia. Posiblemente alrededor de esta iglesia también hubiera una comunidad mozárabe.

Cripta de la basílica menor de Santa Engracia de Zaragoza
Cripta de la Iglesia de Santa Engracia

Los musulmanes respetaron durante todo este tiempo a la comunidad cristiana, permitiéndoles seguir con sus costumbres, religión, culto, instituciones eclesiásticas y jurídicas durante estos cuatro siglos.

La joya del legado islámico en Zaragoza es la Aljafería, el esplendoroso palacio construido como quinta de recreo de los reyes musulmanes extramuros de la ciudad.

El exterior del Palacio de La Aljafería estaba formado por una muralla, así como los seis torreones que cubren la muralla del lado Este
Torreones de la muralla oriental del Palacio de la Aljafería

La parte más antigua es la Torre del Trovador (siglo IX) que se incorporó al palacio-fortaleza construido en XI. Se conserva el recinto amurallado y la huella de la época de las taifas en su patio central, bajo el protagonismo de una extensa zona de columnas con arcadas de filigrana decorativa, con un triple acceso al Salón Dorado en la zona norte, y la entrada del Mihrab en la parte sur, donde se conserva íntegro el oratorio. Está abierto a las visitas casi todos los días, con algunas excepciones por ser sede de las Cortes de Aragón.

Patio de Santa Isabel del Palacio de La Aljaferia
Arcos polilobulados y entrecruzados del Patio de Santa Isabel de la Aljafería

El cultivo de las letras y las ciencias en la taifa zaragozana no fue menor que el de las restantes cortes andalusíes, convirtiéndose en centro de atracción de importantes figuras de otros territorios, que encontraron en la Marca Superior un ambiente acogedor gracias al patrocinio cultural de sus diversos gobernadores y reyes. Muchos de ellos llegaron a ocupar el cargo de visir-secretario, e incluso (como Avempace ya bajo el último de los gobernadores almorávides), el de gran visir, o jefe de gobierno.

Sin embargo, en Zaragoza, al contrario de lo que ocurrió en la corte sevillana de Al-Mutámid y sus sucesores, no fue el cultivo de la poesía el principal de sus méritos, sino el de las matemáticas, la astronomía y la filosofía, áreas en las que fue no solo el centro más importante de al-Ándalus en esa época, sino de todo occidente.

El techo del Mihrab de la Aljafería es el ornamento principal de la pequeña mezquita donde el monarca musulmán y su corte realizaban sus oraciones.
El techo del Mihrab de la Aljafería, la pequeña mezquita u oratorio privado del monarca musulmán y su corte, es una obra maestra de la arquitectura islámica
Al Mihrab se accede a través de una portada que acaba en un arco de herradura inspirado en la Mezquita de Córdoba pero con salmeres en forma de S, una novedad que imitará el arte almorávide y nazarí
Al Mihrab se accede a través de una portada que acaba en un arco de herradura inspirado en la Mezquita de Córdoba

La dinastía hudí, iniciada con Sulaimán ibn Hud al-Mustaín I de Zaragoza, se mantuvo al frente de la taifa zaragozana durante tres cuartos de siglo, desde 1038 hasta 1110. El máximo esplendor de la corte zaragozana coincide con su esplendor político y se produce en la segunda mitad del siglo XI. Son los años de la erección de La Aljafería, en cuyos salones se situó el centro de la vida literaria y científica del reino, gracias al impulso que le dio el patronato del rey poeta, filósofo y matemático Al-Muqtádir.

En el ámbito científico destacó el médico, matemático y filósofo cordobés Amr ibn Abd al-Rahman al-Kirmani (h. 975-1066). Difundió en Zaragoza una importantísima enciclopedia traída de Oriente, la Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza (comparable a L’Encyclopédie de Diderot y D’Alembert en el Siglo de las Luces), que desarrollaba todos los aspectos del saber de la época a la luz de un neoplatonismo místico filosófico que influyó en todos los filósofos zaragozanos incluido Avempace.

La ocupación almorávide de Zaragoza en 1110 no supuso una ruptura profunda de la tradición cultural. De hecho, el segundo gobernador almorávide, Ibn Tifilwit, volvió a rodearse de literatos y científicos y a instalarse en los salones de la Aljafería rodeado de lujo en una corte de poetas y filósofos, donde destacaron Ibn Jafaya de Alcira y Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn Saig ibn Bayyá, esto es, el gran filósofo andalusí Avempace.

La primera planta de la Torre del Trovador corresponde a la fábrica primitiva del siglo IX. El espacio se compartimenta mediante dos pilares cruciformes que generan, en sentido este-oeste, dos naves de tres tramos cada una. Se trata de una estructura equilibrada cuyo precedente inmediato se encuentra en las mezquitas califales
Primera planta de la Torre de Trovador. Se aprecian los arcos de herradura del siglo IX (Foto: Escarlati bajo lic. CC BY-SA 3.0)

Ibn Jafaya (1058-1138/9) es uno de los más importantes poetas del periodo almorávide. Su estilo ejerció tal influencia en los poetas andalusíes posteriores que fue el modelo de todos ellos hasta el final del Reino de Granada.

En cuanto a Avempace (1070/1090-1139), se trata de una de las figuras más importantes del islam español. Su pensamiento filosófico supone un esfuerzo por conciliar el racionalismo aristotélico con la tradición de la sabiduría teológica islámica. El resultado es un personal racionalismo místico que supone el punto de partida de Averroes, que tomó muchas de sus líneas filosóficas del zaragozano. Fue valorado entre sus contemporáneos como el más importante filósofo de su tiempo.

Vista de la parte del Patio de Santa Isabel construido por los Reyes Católicos
El Patio de Santa Isabel visto desde la alberca y zona sur

Tras la conquista cristiana de la ciudad por Alfonso I el Batallador en 1118, los musulmanes que se quedaron en la ciudad fueron expulsados extramuros y, allí, se les permitió erigir su arrabal, conocido conocido como la morería de Zaragoza. Se instalaron en la zona contigua fuera de la muralla, al otro lado del Coso.

El barrio musulmán estaba rodeado por un muro que se extendía por la calle de Escuelas Píasel Coso, hasta la plaza de Nuestra Señora del Carmen, y daba la vuelta por la avenida de César Augusto, Ramón y Cajal, Echeandía, San Pablo, hasta el Mercado.

Por la Puerta de la Meca y otra cerca del Arco de San Roque accedían al resto de la ciudad.

El Arco de San Roque (derribado en 1942) comunicaba la Calle del Teniente Coronel Valenzuela (conocida antes como la Calle de la Morería Cerrada) con el Coso. Fue derribado en el año 1942
El arco de San Roque estaba anexo a la Iglesia de la Mantería y comunicaba la Morería (actual calle Teniente Coronel Valenzuela) con el Coso. Fue derribado en el año 1942

A finales del siglo XIII Jaime I el Conquistador permitió que los musulmares se instalaran también en una zona extramuros en torno a la actual Plaza de España, el Paseo Independencia, la Calle Azoquela Calle del Teniente Coronel Valenzuela (conocida antes como la Calle de la Morería Cerrada) y la Plaza Salamero, en lo que se llamaría la Morería.

El cementerio se encontraba en el solar del antiguo convento del Carmen, lindante con la Calle Cádiz.

La calle Azoque era la principal arteria del barrio musulmán y reunía lugares importantes como la Mezquita Mayor, la alfóndiga u hostal de los moros, la carnicería, el zoco o mercado y la alcaicería (mercado cerrado para la venta).

Zaragoza mantuvo a lo largo de la Edad Media una importante población musulmana que decidió quedarse, conservando su fe, aunque sometida al mandato de los Reyes de Aragón.

Al menos un 20% de los musulmanes zaragozanos trabajaban en el sector de la construcción. Hábiles albañiles, eran contratados por los señores cristianos para la construcción de sus edificios y templos, dando lugar al arte mudéjar, declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Los habitantes de la Morería zaragozana estaban especializados en varios oficios artesanales, a saber, herreros, alfareros, albañiles, carpinteros, molineros y lagareros de vino y aceite.

El geógrafo, cartógrafo y viajero alemán Hieronymus Münzer visitó Zaragoza en febrero de 1495 y escribió sobre la Morería lo siguiente:

«Los sarracenos, más abajo del monasterio de los frailes menores (se refiere a los frailes Menores del convento de San Francisco que ocupaba el lugar de la actual Diputación Provincial en la Plaza de España), en la parte nueva de la ciudad, tienen un espacio reservado y una ciudad donde habitan, en bellas y limpias casas, con tiendas para vender y una hermosa mezquita».

De ello no ha quedado rastro alguno, salvo las calles de San Jerónimo y del Laurel, sombrías, ceñidas, sugerentes.

De Azoque sale la Calle de San Jerónimo, en la que no hay portales y tan solo dan a ella las salidas traseras de algunos restaurantes.

Al fondo esta vía da con la Calle del Laurel, también poco transitada excepto cuando los alumnos del colegio Santa Rosa salen del patio. En esta vía sí que hay un pequeño y modesto portal.

La Calle del Laurel, junto con la Calle de San Jerónimo, son los únicos vestigios que quedan de la antigua Morería de Zaragoza.
La Calle del Laurel vista desde la calle Cádiz. Esta callejuela, junto con la de San Jerónimo, es todo lo que queda de la antigua Morería

En 1525 Carlos V ordenó la conversión forzosa de todos los musulmanes de Castilla y Aragón, pasando a denominarse cristianos nuevos o moriscos.

El bautismo introdujo novedades importantes en la vida de la comunidad. Además del cristianismo, otorgó la carta de naturaleza aragonesa. El morisco es aragonés de pleno derecho dentro de las categorías jurídicas del feudalismo.

En el solar que dejó la mezquita mayor se fundó en diciembre de 1553 el Convento de la Santa Fe de las Hermanas Dominicas, conocido como de las “Arrepentidas”, por albergar un correccional de mujeres.

El convento de Santa Fe, transformado en Museo Provincial, hacia 1875. Laurent. VV.AA.: J. Laurent y Cía. en Aragón
Fotografía del claustro del desaparecido convento de Santa Fe, en la plaza del mismo nombre (actual de Salamero), en su época como Museo Provincial de Zaragoza y Academia de Bellas Artes (entre 1848 y 1896)

Los musulmanes permanecieron en Zaragoza hasta su expulsión en 1610 por el rey Felipe III.

Se estima que en el momento de la expulsión un 20% de los habitantes del Reino de Aragón (60.818 personas) eran moriscos, y algunas poblaciones de la ribera del Ebro perdieron a prácticamente toda su población.

Por si fuera poco, tuvieron que dejar atrás todas sus propiedades; de hecho, la propuesta del duque de Lerma, ratificada por el Consejo de Estado en abril de 1609, especificaba que tan solo podían llevar consigo los bienes muebles que pudieran transportar personalmente.

El éxodo de los moriscos causó un vacío importante en el artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo. Las consecuencias económicas y demográficas de la deportación general fueron desoladoras y duraron décadas.

El dibujo de Carducho muestra, tal y cómo su título indica, la expulsión de los moriscos en el puerto de Denia ordenada por Felipe III en 1609
La Expulsión de los Moriscos, dibujo de Vicente Carducho (Museo del Prado, Madrid)

Los moriscos aragoneses se dirigieron al puerto de Los Alfaques, donde se reunieron con moriscos de otros reinos para partir hacia Orán y Mazalquivir (Mers el-Kebir), en Argelia.

Pero, en líneas generales, los habitantes del continente vecino no fueron tan hospitalarios como los recién llegados esperaban, pues muchos fueron sometidos a malos tratos y saqueos.

Pese a la situación, no todos los moriscos abandonaron Aragón, pues se permitió que los niños menores de 4 años se quedaran, si los padres así lo querían, con familias de cristianos viejos.