Como su nombre indica, el Casco Viejo de Zaragoza es el barrio más antiguo de la ciudad. Aunque es común asociarlo con la plaza del Pilar y sus alrededores, el Casco Antiguo o Casco Viejo de Zaragoza es un distrito formado por diferentes barrios, entre los que se encuentran los de San Pablo (conocido popularmente como El Gancho), el de San Miguel, el de las Tenerías y el de La Magdalena (también conocido como El Gallo).
Las calles Asalto, El Coso, César Augusto y María Agustín suponen su límite.

Recorrerlo a pie nos transporta en el tiempo y nos permite descubrir rincones donde el tiempo parece haberse detenido.
Sus calles estrechas y, en muchos casos adoquinadas; las animadas plazas; los edificios bajos; los comercios de toda la vida; los artistas callejeros; el mítico paseo por la Calle Alfonso con el Pilar como meta… Son características del Casco Histórico de Zaragoza conocidas por todos pero hay otras curiosidades sobre este distrito no tan famosas.

Uno de los datos que más llaman la atención es que el Casco Histórico de Zaragoza es el segundo más extenso de España. Con una extensión de 1,98 km² y una población de casi 49.000 personas, solo es superado por el casco histórico de Toledo, que abarca 2,6 km².
En el Casco Viejo se encuentran la mayoría de los monumentos históricos de Zaragoza, como la Catedral del Salvador, conocida como la Seo en contraposición a la Basílica del Pilar.
La Seo fue la primera catedral cristiana de Zaragoza y presenta una mezcla de estilos arquitectónicos que abarcan desde el Románico hasta el Neoclásico.

La Seo aloja, además, un maravilloso Museo de Tapices que merece una visita pausada para contemplar las joyas que guarda.
El Pilar es uno de los santuarios marianos más importante del mundo católico, al que llegan anualmente miles de peregrinos. Además de su relevancia religiosa, este lugar es un centro artístico de primer orden, albergando obras de gran valor y de diferentes épocas. Entre sus tesoros se encuentran los frescos pintados por Francisco de Goya.

El Casco Histórico de Zaragoza conserva los vestigios de Caesaraugusta. Los museos del foro, el puerto fluvial, las termas públicas y el teatro conforman la ruta de Caesaraugusta, un itinerario que permite descubrir el centro político y los edificios públicos más destacados de la antigua ciudad romana.


También se localizan en él la mayoría de los restos medievales de la ciudad, como los baños judíos, la torre de homenaje del antiguo alcázar musulmán, el Arco del Deán o las iglesias mudéjares y diversos palacios renacentistas, como el de los Morlanes, el de Miguel Donlope (Real Maestranza), el de Montemuzo (sede del archivo municipal) y la antigua Lonja de mercaderes.





Su distribución se relaciona fácilmente con el ordenado urbanismo de la Caesaraugusta romana: el Cardo o eje transversal primitivo de la ciudad es la calle Don Jaime I, mientras que el Decumano, perpendicular a este, transcurre por las calles Manifestación, Espoz y Mina, y Mayor.
Aunque es un error común, las calles paralelas a Don Jaime en realidad son bastante recientes y no constituyen restos de urbanismo antiguo.

Llama también la atención la relativa juventud de la Calle de Alfonso I. Parece que lleve ahí, conectando el Coso con el Pilar, toda la vida. Pero no. Se construyó en el siglo XIX, con el propósito de establecer una entrada ceremonial digna a la Plaza del Pilar.

Por otro lado, la Calle San Vicente de Paúl es aún más reciente y fue producto del intento franquista de reestructurar la configuración de la ciudad.

La histórica calle de El Coso señalaba el límite del perímetro amurallado de la ciudad. Este tenía cuatro puertas: al norte, dando al puente romano que precedió al actual puente de piedra se denominó de Alcántara o del Ángel; al Este, dando hacia el camino a Valencia, al sur, en la llamada Puerta Cinegia (actual Plaza de España y al oeste, donde comenzaba el camino a Toledo.

El mercado tradicional de la ciudad se ubicaba en las proximidades de la Puerta de Toledo y se llevaba a cabo al aire libre bajo toldos y garitas desde el siglo XIII. Su existencia perduró hasta 1903, momento en el cual fue sustituido por el Mercado Central de Zaragoza.

Este nuevo mercado permitía reunir a mayoristas y detallistas en un espacio cerrado y permanente, además de ofrecer mejores condiciones higiénicas, como acceso a agua corriente y, a partir de 1918, iluminación eléctrica.

En el Casco Histórico también podemos seguir los pasos de Goya en Zaragoza a través del museo que lleva su nombre. Este museo se erige como un centro de referencia para explorar la obra del artista, abarcando desde su época juvenil hasta su estancia en Burdeos.

Y visitar el único museo monográfico dedicado a la obra del escultor aragonés Pablo Gargallo. Déjate cautivar por su obra y por la preciosa casa palaciega renacentista que alberga su legado.

El encanto del Casco Antiguo de Zaragoza radica en la convivencia entre su atractivo monumental e histórico y el ambiente de barrio de toda la vida. Los comercios pequeños, el trato cercano con los clientes y el sentido de pertenencia a un mismo lugar reinan en esta zona.
De hecho, en los últimos años, apenas se han cerrado negocios y, según las asociaciones y grupos de comercio del distrito, el barrio está ahora más vivo que nunca. Sin tener en cuenta los locales de la calle Alfonso y las cercanías, y quitando el cierre de bares míticos o algún caso de jubilación, la mayoría de los establecimientos continúan abiertos, luchando cada día por mantener con vida en barrio.
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